Mama Shibulata, siempre me dijo que se debe sembrar cuarzos sagrados para que nazca el agua, que hay que sembrar agua para que nazcan más árboles, que hay que sembrar árboles para que nazcan más pájaros y así… ir sembrando amor en el mundo pero no sólo amor en sí, sino amor a la naturaleza, a la madre tierra que al final somos nosotros mismos.
“El trópico es un pensamiento, El verde es un sentimiento”. Como dicen los taitas o maestros cuando piensan mientras tejen o mientras cultivan la tierra. Cuando pienso en el verde del trópico pienso en la tierra húmeda, en la tierra caliente, en las cascadas, los saltos, las montañas, las selvas, los ríos, los bosques de niebla, las nieves perpetuas, el colibrí, el jaguar y el águila sagrada, todo lo que aún queda en este planeta que hace que todavía respiremos.
Después de viajar por años en un territorio llamado hoy Colombia o Amazonía o la cordillera de los Andes y contemplar siempre paisajes terrenales, siempre llego al mismo pensamiento: El corazón de la selva sigue latiendo y nos mantiene vivos. Entonces, porqué destruimos tanta belleza, porqué lentamente y de manera tan indiferente, apática y sistemática, seguimos viviendo sin entender que ese corazón ya casi desaparece del mundo. El Corazón del mundo… así le dicen los chamanes del rio Amazonas.
Mi obra es un llamado al corazón del mundo, al corazón de la selva, a conectarnos con ella, con ese origen y entender que todavía somos naturaleza. Mi trabajo aquí consiste en documentar esos sitios sagrados y sublimarlos en textiles que después comienzo a desbastar hilo a hilo, lentamente y casi de manera imperceptible, así como vamos acabando con lo poco que nos queda, con esos últimos rincones del mundo de naturaleza milenaria.
La minería, la ganadería, los monocultivos, la cocaína, la contaminación, la tala maderera, el veneno del mercurio, la fiebre del oro, son los grandes depredadores de las selvas tropicales y bosques de niebla de millones de años de vida que gradualmente van acabando con mutualismos ancestrales de diferentes especies y de más de 20 millones de años de historia. El paisaje ya no es el mismo y no lo vemos.
Mi obra es un llamado al corazón de la selva, como la miel que llama a las abejas habiendo un llamado a conectarnos con el espíritu de la naturaleza, a regresar al origen. Es la inteligencia natural que siempre y a pesar de todo estará por encima de cualquier inteligencia artificial. Evoca ese lugar común de todos los que todavía creemos en el Paraíso.
Ana González Rojas
*(Mamo Kogui, líder espiritual de los indígenas Kogui de la Sierra Nevada de Santa Marta)