Hace 120 millones de años, al mismo tiempo que los dinosaurios rondaban por la Tierra, una interacción mutuamente beneficial entre pequeñas criaturas aladas y plantas con flores comenzó. Esta relación ancestral, que en biología es conocida como mutualismo, tendría desde entonces un enorme impacto sobre la evolución de la vida en la Tierra.
Los mutualismos son asociaciones entre especies no relacionadas donde las dos partes reciben beneficios. Como ejemplo, consideremos la asociación entre un colibrí y las plantas que poliniza, o la relación entre el pólipo de un coral y las algas que viven dentro de sus células. Estos mutualismos han persistido por millones de años y son la razón por la cual existen millones de especies, particularmente en el trópico.
Colombia, con su gran diversidad biológica, tiene un papel importante que desempeñar en el estudio y la protección de la biodiversidad a nivel mundial. A pesar de contar con un territorio comparativamente pequeño (20,116 km2), nuestro país ostenta una de los mayores índices de biodiversidad: 1,889 especies de aves, 22,840 especies de plantas con flor, 3,274 especies de mariposas, 4,010 especies de orquídeas. Y los números siguen… Sin embargo, esta riqueza magnífica y exuberante está en grave peligro de desaparecer. La severidad de la actual tasa de extinción de especies a nivel global es comparable con cualquiera de las cinco extinciones masivas que azotaron el árbol de la vida en el pasado. Y aunque aproximadamente el 99.9% de las especies que han habitado la Tierra se han extinguido a través de procesos naturales, nosotros tenemos la obligación moral de actuar y proteger el legado natural que tenemos ahora, y que podemos perder para siempre.
Un ejemplo tangible de nuestra dependencia del mundo natural es ilustrado por esta cifra: aproximadamente 80% de los alimentos vegetales que consumimos a diario desaparecerían de inmediato sin el servicio de polinización que nos prestan las abejas. Con cada especie que desaparece, no solo se pierden millones de años de historia evolutiva, también se extinguen un gran número de interacciones ecológicas que son necesarias, como los mutualismos. El gran ecólogo y conservacionista Daniel H. Janzen alguna vez dijo que “Lo que escapa a los ojos, sin embargo, es un tipo de extinción mucho más insidiosa: la extinción de las interacciones ecológicas”.
Aunque históricamente hemos prestado poca atención a los impresionantes recursos naturales de nuestro país, tenemos una increíble oportunidad de conocer y proteger esta riqueza natural, y la reflexión desde el arte puede contribuir a este propósito. Este es precisamente uno de los logros de la obra de Ana González; la obra Mutuum es una investigación detallada, concienzuda y erudita sobre el significado literal y alegórico del concepto biológico de mutualismo.
En particular, Mutuum explora la intrigante relación existente entre las orquídeas del género Gongora y las abejas del género Euglossa, ambos ampliamente diversos en los bosques húmedos tropicales de Colombia. A través de las investigaciones realizadas por mi grupo de estudio durante los últimos 15 años, hemos logrado entender cómo, cuándo y dónde evolucionaron las especies involucradas en esta interacción. También hemos logrado entender los mecanismos que han generado nuevas especies y las fuerzas de selección que las han moldeado. Las abejas y las orquídeas han captado la atención de científicos desde la época de Darwin por el inusual comportamiento de colecta de perfumes que presentan los machos. A lo largo de su vida, los machos abeja colectan sustancias aromáticas (perfumes) de flores de varios grupos de orquídeas para almacenarlas en cavidades especializadas de sus patas posteriores para luego utilizarlas en el comportamiento de cortejo con las hembras. A cambio, las plantas reciben servicios de polinización. Esta asociación es tan íntima que las orquídeas solo producen fragancias como recompensa y por tanto las abejas macho son sus únicos polinizadores. Si desaparece una especie de abeja, en promedio desaparecen unas tres especies de orquídeas.
Durante el ultimo año, he colaborado con Ana para el desarrollo del proyecto Mutuum; ella desde la estética del arte y yo desde la ciencia. Ha sido una experiencia enriquecedora para los dos y mi participación en este proyecto me ha dado una perspectiva única sobre la capacidad que tiene el arte para relacionarse con el conocimiento científico, la historia natural y la evolución orgánica. Al mismo esta colaboración ha demostrado que mis investigaciones científicas toman más fuerza al ser interpretadas desde la perspectiva del arte. Al establecer este diálogo íntimo entre ciencia, mundo natural y estética, esa barrera que ha prevenido que la ciencia y el conocimiento detallado del mundo natural le llegue al público general ha sido eliminada. Esta colaboración demuestra que el arte puede usarse como vehículo para difundir de manera efectiva conceptos científicos abstractos, oscuros, y a veces esotéricos. Y que existe la esperanza de que diálogos colaborativos como éste algún día puedan tener un impacto para ayudar a preservar esa diversidad biológica que tanto nos conmueve.
La obra de Ana debe ser tomada no solo como una aproximación original y relevante que explora la conexión entre el mundo natural y la realidad social de nuestro país También debe ser vista como una propuesta novedosa que conecta áreas del conocimiento mientras que narra una historia original e inspirada en la historia natural de nuestro país. Esa historia natural que crece y se reproduce por todos lados, aún cuando nadie sepa que está ahí.
Julio 2015,
Santiago R. Ramírez
Profesor Asistente
Departamento de Evolución y Ecología
Universidad de California Davis