Ana Gonzalez Rojas

Ingles

ALICIA

Solo existen los cuentos de hadas que son sangrientos, porque todo cuento de
hadas nace de las profundidades de la sangre y del miedo.”

Franz Kafka, 1952

En la serie Alicia, Ana González evoca los relatos contados por una niña de nueve años,
hija de una familia desplazada por la violencia en Juradó, Colombia. La obra acentúa la
tensión que existe entre la inocencia de la niñez y el despertar en una realidad alterada por
los estragos de la guerra y las desapariciones.


Atraída por la historia original de “Alicia, en el país de las maravillas” de Lewis Carroll
(1864), la artista reinventa las crónicas de desplazamiento y violencia de niños desplazados,
desarrollando un paralelo entre el cuento y la realidad. En ambos casos, se presentan
momentos de abandono, vulnerabilidad, soledad y tensión, dados por una serie de
transformaciones a la que son sometidos los niños en su destierro. La serie Alicia de Ana
González es una reinterpretación de los cuentos para niños, en los que generalmente las
niñas o jovencitas sometidas a momentos críticos de desamparo, sufren una metamorfosis
durante el desarrollo de la trama y se convierten al final en las heroínas de la historia.
Así como la Alicia del “país de las maravillas” se transforma constantemente a lo largo del
cuento y aparece, desaparece, se vuelve un gigante, un enano o se convierte en planta,… de
la misma manera, la Alicia de Ana González traza su historia como si fuera un cuento de
niños, un cuento de hadas que la va transformando a través de su destierro ; a lo largo de
sus relatos la niña va tomando nuevas dimensiones, nuevas capas y colores, se va
desvaneciendo hasta aparecer de nuevo de una manera más efímera y volátil, donde al final
de su metamorfosis de crisálida, deja atrás sus años dorados de infancia, su casa, sus
vestidos, sus domingos de misa y se adentra en una nueva dimensión donde lo mas humano
desaparece y solo permanece lo sagrado, lo puro e inmaculado.


El vestido blanco evoca la inocencia de la niñez, el alma que prevalece pura en el tiempo
pese a las circunstancias, que no se altera por la realidad y la violencia a la que ha sido
expuesta.


Al final, son historias macabras de desapariciones que se convierten en cuentos de hadas y
en historias de ficción : letras y palabras que vienen y se van, pedazos de historias jamás
contadas que, como la de Alicia de Juradó, se evaporan en el tiempo. Como si todo al final
hubiese sido un largo y extraño sueño.